Citas para chicas lesbianas y mujeres lesbianas
🌈DESPEDIDA DE SOLTERA LESBIANA🌈
ESCRITO POR "ANONIMA"
Acababa de tener un día horrible. Odio salir de casa. Las reuniones de trabajo. Los hoteles. Para colmo todo parecía salir mal. La ducha estaba siendo lo mejor del día, solo quería tirarme en la cama y descansar. Cuando de repente llaman a la puerta.
Toc. Toc.
Me pongo el albornoz y me acerco, un poco entre dudas ya que no espero a nadie.
-¿Quién es?
-Servicio de habitaciones.
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Ante mí aparece una chica despampanante. Lo primero que me llamó la atención fueron unos pechos impresionantes. Rubia y con unos ojos azules que quitan el sentido. Una boca sensual. Nunca me había fijado en esta belleza, y llevo muchos años viniendo a este hotel.
Viste el traje de camarera del hotel que, realmente, le queda impresionante marcando todas y cada una de sus curvas. Su blusa ceñida casi no da cabida a sus tetas y bajo ella se adivina un sujetador negro com encajes. Su culo casi revienta la ceñida falda de la que salen dos perfectas piernas enfundadas en unas medias de rejilla. Dios. Como me ponen las mujeres de uniforme. Y esta me estaba poniendo muy cerda.
Creo que mi cara de sorpresa debió ser muy similar a la suya al mirarnos.
- Vaya. Debe de ser un error yo no he pedido nada.
-No te preocupes, es un regalo.
Con toda naturalidad entró en la habitación empujando un carrito de servicio con una cubitera y varias botellas de bebida.
Sin mediar palabra abrió una botella de champán y llenó dos copas, entregándome una.
-Enhorabuena. Chin, Chin!
Brindamos.
Tras beber la copa se acercó a mí y me besó. Eso fue demasiado. En este momento mi cansancio, mi mala ostia por el día de mierda, todo, se me olvidó.
Le acepté el beso, y se lo devolví. Nos fundimos en un morreo que aproveché para abrazarla y levantar su falda para llegar a sus nalgas. Dios que culito, duro, pequeñito, noté que no llevaba nada debajo, mi mano apretó sus nalgas y ella dio un respingo. La apreté contra mí. Ella gemía.
Poco a poco, y todavía con nuestras lenguas entrelazadas, y mis manos en su trasero la fui empujando hacia la habitación.
Nos miramos. Ella desabrocho el cinturón de mi albornoz.
Yo mientras iba soltando los botones de su blusa.
Al caer mi albornoz ella se lanzó a mordisquear mis pechos. Lamia mis pezones mientras daba pequeños mordisquitos.
Mi coño estaba caliente y chorreante.
La separe de mí. Quería verla, quería tenerla, quería esas tetas, ese culo.
Y ella lo sabía. Y muy lentamente acabó de sacarse la blusa. Después su sujetador que dejó a la vista unos senos duros y firmes. Ni grandes ni pequeños pero respingones que hacían que sus pezones tuvieran un leve giro hacia arriba.
La dejé hacer. Como quien hace un estriptis se bajó la cremallera de la falda y con un pequeño golpe de cadera acabó en el suelo, quedó a la vista su coñito pequeñito y rasurado. Su cintura estaba marcada por un portaligas que sostenía las medias negras de rejilla. Eso y sus tacones era lo único que le quedaba.
Se sacó los zapatos y nos volvimos a besar. Ahora nuestras lenguas ya no solo se buscaban. Recorrí su cuello. Bajé hasta aquellas tetas y las recorrí con mi lengua.
La empujé hacia la cama y se recostó en ella, ahí era donde la quería tener. Mi lengua volvió a sus labios. Bajó por su cuello. Sus pechos. Su barriguita. Lamí su ombligo. Y finalmente llegué a oler su coñito.
Lo besé. Lo olí. Recorrí muy lentamente sus pliegues con mi lengua.
Oí sus gemidos.
Cambió su coñito por el interior de sus muslos. Los bese también. Los lamí. Los recorría con mi lengua y volvía a besar a su coñito.
Finalmente, no me pude resistir, enterré mi cabeza en su sexo. Mordí y chupé su clítoris mojado. Recorría cada centímetro. Introducía mi lengua mientras la escuchaba gemir. Mientras succionaba su clítoris mis dedos apretaban y jugaban con las partes de su coñito que no ocupaba mi cabeza.
Ella gemía. Me agarraba la cabeza. Me gritaba. Puta, Zorra. Maldecía. Y gritaba
Tras un rato jugando en su coño, explotó. El sabor de sus jugos cambió y rompió en un ruidoso orgasmo. Sus gritos y convulsiones casi me hacen correrme a mí. Me incorporé satisfecha, caliente, la miré, sus mejillas coloradas, su cara sudorosa. Me sentía triunfante. Orgullosa de haberle dado este placer.
Pero ella también quería: se incorporó y me hizo a un lado y se lanzó sobre mí me empezó a besar mientras abría mis piernas y sus dedos empezaron a jugar con mi chichi.
Estaba como una perra en celo. Ahora era yo quien gemía. Diosss. Le empujé la cabeza hacia abajo, quería su lengua, quería que probara mi néctar.
Solo notar sus labios, me hicieron estallar en una corrida que hizo que instintivamente cerrara mis piernas. Joder. Como necesitaba esto.
Nos quedamos así. Cansadas. Satisfechas. Una al lado de la otra. Cuando pude respirar con normalidad me giré y volví a acercar mis labios a los suyos. Intercambiamos nuestras salivas, que era como intercambiar nuestros jugos, sabíamos a coño. A sexo. A mujer.
Me levanté y me acerqué a la mesita. Serví otras dos copas de champán y le acerqué una
Ella me miraba como intrigada.
-Qué pasa? – Le pregunté-
-No sé. Qué cosa más extraña. Joder. Me ha encantado que fueses una chica.
- ¿A qué te refieres?
-Bueno. Es la primera vez que hago un servicio de despedida de soltero para una chica.
- ¿Despedida de soltero?
- Si. Tienes unos amigos muy majos. Y además mola que sepan que eres lesbi y eso.
-Ya. Bueno espero que habrán sido generosos y tengamos toda la noche.
-Claro que sí. Fueron muy generosos pero un poco cabrones, no dijeron nada de que eras una mujer, si me lo hubieran dicho habría traído algún juguetito. Solo me dijeron habitación 307. Me pagaron y listo.
Bueno, para el día de mierda que había tenido estaba acabando muy bien.
Disimuladamente escondí el papel del check in del hotel que estaba en la mesilla, donde aparecía con un número inmenso que mi habitación era el 207.
-Otra copita cielo? Por cierto, ¿cómo te llamas? Yo loli.
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